miércoles, 30 de noviembre de 2011

Prioridades portátiles



Oh! ¡se quema! ¡Dios mío! ¿Qué me llevo? ¿qué? ¡rápido! ... Rapidísimo debemos decidir cuáles son nuestras prioridades que cumplan la condición de poderse transportar en cuestión de segundos. El arcón de la abuela precioso, de madera maciza, donde cabe toda tu ropa de invierno y verano junta más unos discos de los años 80 no vale.

Gracias al maravilloso blog de Ella (me encanta el blog y me gusta mucho su bilingüismo italiano-español), pude conocer una inciativa la mar de creativa (¡cómo me gusta la gente creativa!) del blog The Burning House. Se trata de fotografiar todo aquello que te llevarías si tu casa se quemara. Hipotéticamente hablando, of course, no se asusten, no es que haya que pensarlo ahora mismo porque te llamaron los bomberos informándote del incidente. No, no, no.

Evidentemente las fotos son demasiado... cómo diríamos... 'elegantes'... porque obviamente los propietarios de esos objetos tuvieron tiempo de pensar y de colocarlo todo lindísimo para que quedara bien en el reportaje. Pero aún así, me parece divertido. Además, se suma a la moda ésta de hacer composiciones-bodegones-tableros-recopilaciones de todo aquello que nos gusta, que se inició con el nombre de vision board y a la que un tal Ben tuvo la genial idea de poner nombre comercial y lanzar a la web con éxito arrasador (el famoso Pinterest, ya saben).

Sin lugar a dudas, yo me quedo con las que incluyen a las mascotas. Por eso de las prioridades, digo.

Cosas curiosas: muchos incluyen un instrumento musical, casi todos tienen un portátil de Apple (increíble!), las fotos son muy importantes y muy pocos incluyen dinero... ¿nos dice ésto algo?

¿Qué se llevarían ustedes?





lunes, 28 de noviembre de 2011

Especial o no, esa es la cuestión

para contrastar: solicitud de amigo real de Laura Berger via etsy

Esta mañana, mientras desayunaba ese café con leche inyección-de-energía en mi cafetería favorita, leí este artículo y supe inmediatamente que debía colgarlo acá porque es un tema que me ronda desde hace tiempo y no sé cómo encararlo: Tengo fobia a facebook. Sí, sí, ya sé; decir ésto no es moderno (acá es donde mi hermana Ceci me va a echar la bronca por no serlo. Moderna, digo). No queda bien y es casi políticamente incorrecto, dados los tiempos que corren.

Es que no entiendo, de verdad. No entiendo cómo una persona clica compulsivamente en "Enviar solicitud de amistad" si, en realidad, el destinatario de tal invitación le importa casi-casi un bledo porque competirá con  otros cientos de 'afortunados' para gozar de esa 'relación'.

El otro día, sin ir más lejos, me llegó una solicitud de una persona que conocimos mi amiga Manuela y yo en un viaje hace más de diez años. En un principio, al ver el nombre pensamos: "¡Pero qué ilusión. Tanto tiempo y todavía se acuerda de mí!", pero al instante yo puede comprobar que esta persona tiene ya 2.500 amigos más y, automáticamente, esa sorpresa dejó de ser la alegría del día. Digamos que estas invitaciones son los anti-detallitos porque a uno le hacen sentirse de todo menos especial. Y la amistad, sea de la intensidad que sea, siempre contribuye a la elevación de la estima entre dos afines que se consideran importantes de forma recíproca. ¿Sí o no?

Evidentemente, con aquella solicitud, el dueño de esa cuenta super popular de facebook no despertó en mí nada parecido a un sentimiento de nostalgia ni de reconexión sino todo lo contrario. Fue ignorado sin más.

Y yo me pregunto: ¿Por qué tengo que clicar "Me gusta"? ¿por qué tengo que estar al día de tu muro? ¿por qué ahora muchas empresas para promocionarse lanzan un sorteo en el que sólo pueden participar sus 'amiguitos' de Fb? ... ¿Qué pasa con los que adoramos la amistad face-to-face? ¿ya no estamos en vanguardia?

Me da un poco de penita, la verdad, eso de no ser moderna. Pero es que con eso no puedo. Para suplir esta carencia, quizás debería estar pensando en comprarme un Ipad, en calzar unos zapatos de Loboutin o en bajarme las cuarenta series de moda si no quiero ser desterrada del club de la gente fashion.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Estilísimo



No consigo engancharme a ninguna serie. Bueno, en realidad, tampoco lo intento demasiado. Veo que todo el mundo comenta cómo se convierte en adicto semana tras semana pero yo, nada de nada. Inmune total.
Ahora bien, últimamente vi en publicidad imágenes sueltas de Mad Men y debo confesar que lo que me tiene enamorada es su estilismo, aunque vaya acompañado de una poderosamente cautivadora irrealidad.

Esos vestidos, esos peinados, esas señoras glamurosísimas encorsetadas en esos trajes de cintura imposible, con esos looks tan impecables que parece que duermen de pie (pies con las uñas pintadas de rojo brillante). Esos señores guapos a rabiar con sus camisas tan planchadísimas que parecen recién estrenadas en cada escena y que ni tosen ni se manchan de aceite cuando meriendan en el bar ese bocadillo de jamón y tomate.

Cuando veo alguien así por la calle (no pasa todos los días, debo advertir), así de aspecto perfecto, pulido, brillante y arrasador, no me creo que haga vida normal. No me lo creo pero confieso que me gusta pensar que sí. Que a pesar de eso se levantan preciosas ellas y elegantes ellos. Que no sudan ni se despeinan, que no tienen ojeras, que no les duelen los tacones, que no les aprieta el cinturón y que tampoco les crece el pelo donde no tiene que crecer. En el fondo sé que no, que no es posible, pero me gusta pensar que hay gente con tanto brillo personal que no le hace falta nada de todo eso. Que resaltan y punto. Y aunque yo no lo consigo, no soy envidiosa ni nada de eso. Simplemente navego por los blogs para encontrar la inspiración que me permita un día tener estilazo total y cuando los veo pienso en que están divinos (porque la 'envidia elegante' no cuenta como sentimiento malicioso... ¿o sí?).







A ver si esta noche consigo no dormirme y ver un poquito del capítulo de hoy.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Risa

No me digan que no es buenísima esta viñeta:

-No abuela, una mano, así.
-Ups, me ha salido una bufanda!

Todavía me estoy riendo.
¿Será porque me siento identificada con la abuela? Por la torpeza con los palillos, eh... no por mi habilidad con las agujas.

Increíble que una sola imagen pueda hacerte reír.
Me encanta.

Frase del día

Más que frase es un consejo:

pinterest

Si no vas tras lo que quieres, no lo tendrás. 
Si no preguntas, la respuesta siempre es NO. 
Si no das un paso adelante, siempre estás en el mismo lugar.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Detalles elevados a la máxima potencia


El papelito amarillo y blanco se instaló en mi buzón a mediados de la semana pasada. Tan campante él, sabedor de que portaba buenas noticias con esa arrogancia que pasean todos aquellos que se sienten deseados.
Al llegar del trabajo lo ví cuando espié con el rabillo del ojo en el buzón marrón que cuelga en el rellano. Ahí estaba el dichoso aviso, porque el paquete no hubiera cabido. Por tanto sospeché que el señor cartero lo debía haber cargado de vuelta en la Vespa amarilla para un reposo de unos días a buen recaudo. Lo agarré y, no sin impaciencia, leí las instrucciones en negrita que decían:

Horario de recogida de 8:30 a 14:30 hs.

¿Será una broma, no? El suspense está bien pero no nos hace falta sobredosis. Había que esperar hasta el sábado ¡¡¡El sábado!!! ¡pero si faltan como dos años para que llegue! (cuando una es impaciente esto funciona así). Es que estos del correo no tienen consideración. Si supieran que una espera con taaaanta ilusión estos regalitos, abrirían también por la tarde.
Incluso me llegué a plantear llamar al empleado de la oficina por teléfono y explicárselo:

-Es que, sabe usted, somos un grupo de blogueras que, coordinadas por una chica con un blog la mar de interesante, nos pusimos de acuerdo para intercambiarnos unos paquetitos con detalles de manera casi invisible. Como esos regalos de Navidad, ¿sabe? Por eso, ¿a usted le importaría mucho abrir una tardecita de estas para que yo me pueda pasar a recoger el mío? Si no es mucha molestia, digo.

Pero, por un momento, me asaltaron las dudas sobre la posible capacidad de comprensión de este señor, así que desistí y decidí esperar. En fin, paciencia.

Y con paciencia, el sábado llegó. Y yo llegué a la oficina bien peinada y perfumada a buscarlo. A él, a MI paquete. Y cuando me lo dieron me morí de la emoción y me dieron ganas de contárselo, no sin aspavientos, a todo el mundo que estaba en la cola esperando...

-¿Saben qué? Esto es un regalito que me envía una chica con un blog precioso donde cuenta todo tipo de aventuras sobre una reforma, sus historias, sus fotos, sus deseos y muchas cosas más. Es súper simpática y también le hacía mucha ilusión. Nos comunicamos varias veces y las dos estábamos impacientes. Si la conocieran, les caería de maravilla. Y fíjense si es atenta que se tomó el trabajo de mandarme ÉSTO  (y mostrar orgullosa mi paquete para que lo pudieran ver todos).

Pero una vez más dudé de la capacidad de empatía del ser humano y me reprimí.

La cuestión, que mi sorpresa sabática matinal incluía un montón de cosas de esas que me encantan! Sí, de esas. Justo de esas. Si es que parece que nos hubiéramos conocido y conversado largo y tendido porque no se puede dar tan bien en el blanco. Vean, vean, porque es para no perdérselo:

envoltorio ma-ra-vi-llo-so
Una caja redonda con sorpresa, una lata y una bolsita de té
Todo colocadito para la foto
¡Incluso traía una nota manuscrita! ¡qué lujo!
y otra más dentro de la latita
Mi té favorito... ¡qué lista ella!

¿y esa taza? ¿No es el deseo de cualquier tetera?

Con su cajita y todo...

Si es que no le faltó detalle.

Y fíjense en una cosa: el estampado de la lata es calcadito a un cuadro de mi favoritíiiiiiisimo pintor, Gustav Klimt... Esta chica sabe mucho, pero mucho, eh.

El árbol de la vida - Gustav Klimt

¿Cómo habrá adivinado que me chiflan sus estampados?
Sorpresas te da la vida, sorpresas te da el blog.
Mil, mil y mil gracias!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Va dove ti porta il cuore


Ayer, disfrutando de una comida riquísima, en una terraza soleada, me recomendaron el libro de Susanna Tamaro, Donde el corazón te lleve, a raíz de una conversación sobre perros y sobre cómo elegirlos a la hora de adoptar. Del significado de ese gesto y del sentimiento que te lleva a elegirlos para compartir todos los días de tu vida durante el resto de las suyas. Evidentemente, ahora me muero de ganas de leerlo.

Mientras tanto, encontré esta escena maravillosa de lo que parece ser la película basada en el libro de la autora italiana.

¿No son preciosos esa atmósfera melancólica, ese vestuario vintage y ese sentimiento?

jueves, 17 de noviembre de 2011

No siempre es la más fea



Ahora díganme la verdad ¿quién de ustedes sabe qué demonios es la, a estas alturas archiconocida, prima de riesgo?
Silencio...
Eco...
Silencio...
No oigo nada...
No hay respuestas.

Y miren que estamos cansados de oirla nombrar por la radio, la tele, en los periódicos y en las conversaciones de gente muy sabionda que parece dominar el tema de la crisis y que expone sus teorías alegremente mientras nosotros disimulamos, asentimos con la cabeza, hacemos aha, aha, de vez en cuando para que parezca que estamos atentos... Pero nada, ni idea.

Hay muchas palabras o conceptos de esos que ya nos resultan familiares y todo, pero que nunca nos preocupamos por averiguar qué son realmente porque ya de por sí, suenan muuuuuy aburridos.

Pero no se preocupen. En la próxima conversación podremos participar como si supiéramos, así ¡con desparpajo!, gracias al artículo que les pego a continuación. No tiene desperdicio. Tiene muchísimo mérito que este hombre escriba historias maravillosas incluso sobre cosas que suenan tan aburridas como la 'prima de riesgo'. Por cierto, si se ven con ánimos, tienen un buen día y se sienten valientes hagan click en el concepto para leer la definición auténtica.

Ahí va el artículo de Juan José Millás:

Conducía ella

"Me cuesta más hacerme a la idea de su muerte que a la de la ruina galopante a la que se dirige la economía. Cuando en artículos muy sesudos tropiezo con la expresión 'la prima de riesgo' me dan ganas de ponerme a llorar"






JUAN JOSÉ MILLÁS En mi colegio había un chico apellidado Riesgo que tenía una prima muy guapa conocida, lógicamente, como la prima de Riesgo. Así que cada vez que leo en el periódico que ha aumentado la prima de riesgo de la deuda española me acuerdo de mi infancia y de aquella chica maravillosa. El otro día localicé el teléfono de Riesgo y le llamé para preguntarle por su prima.

—Murió hace dos años —me dijo— en un accidente de automóvil, dejando dos hijos y marido.

Me quedé de piedra porque yo jugaba mucho con ella a que teníamos un accidente en un automóvil de juguete que había en la casa de Riesgo. El pasillo, muy largo, era la carretera y nos dábamos el golpe al derrapar en una curva que había a la altura del salón. Recuerdo que caíamos el uno sobre el otro (con gran excitación por mi parte) hasta que llegaba una ambulancia imaginaria que nos conducía al hospital. A partir de ahí el juego se diversificaba. Unas veces moríamos los dos, otras veces uno y en más de una ocasión yo me quedaba paralítico y ella cuidaba de mí durante el resto de nuestros días. Estuve enamorado hasta el tuétano de la prima de Riesgo, para quien yo, sin embargo, nunca llegué a significar nada. Al crecer nos fuimos separando. A mí me daba vergüenza mirarla, pues se convirtió en una adolescente turbadora que fingía no conocerme cuando nos cruzábamos en la calle o en el pasillo de la casa de Riesgo. 

Muchas veces, conduciendo mi coche por la carretera, he imaginado que llevaba a mi lado, de copiloto, a la prima de Riesgo. Cuando éramos pequeños, siempre conducía ella. Conducía fumando un cigarrillo imaginario, como las mujeres de las películas americanas de la época. 

Me cuesta más hacerme a la idea de su muerte que a la de la ruina galopante a la que parece dirigirse nuestra economía. Cuando en artículos muy sesudos tropiezo con la expresión ´la prima de riesgo´ me dan ganas de ponerme a llorar, no por la que se nos viene encima, sino por mi pasado. Siento que aquellos viajes imaginarios en el automóvil de juguete quizá fueron un ensayo de su muerte. Ayer volví a llamar a Riesgo para preguntarle quién conducía. «Ella», dijo.

martes, 15 de noviembre de 2011

Caos feliz

mudanza.

1. f. Acción y efecto de mudar o mudarse.
2. f. Traslación que se hace de una casa o de una habitación a otra.
3. f. Inconstancia o variedad de los afectos o de los dictámenes.
4. f. Cierto número de movimientos que se hacen a compás en los bailes y danzas.
5. f. Mús. Cambio convencional del nombre de las notas en el solfeo antiguo, para poder representar el si cuando aún no tenía nombre.
deshacer la ~.
1. loc. verb. Danza. Hacer al contrario en el baile toda la mudanza ya ejecutada.
hacer ~, o ~s.
1. locs. verbs. Portarse con inconsecuencia, ser inconstante en amores.


Si tengo que elegir una acepción, me quedo con la 4. Aunque como hoy mi casa se parece a ésto:


daré por válida la 2.

...pero el caos no importa porque estamos bien.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Frase del día

visto aquí

No es quien eres lo que te echa atrás sino lo que crees que no eres

Le blog du Paris



Lo primero que tengo es terror de haber escrito mal alguna de las palabras en francés del título. Lo segundo es el gusto de presentarles el blog de una amiga. Una amiga de la infancia. Una amiga de esas con las que, aunque contactamos muy de vez en cuando, nunca perdimos los lazos (siempre le agradeceré de corazón que fuera mi más fiel escritora de cartas durante mis primeros años en el viejo mundo, incluso coincidiendo con un primer exilio suyo dentro de las Américas). La vida dio muchas vueltas desde que nos conocimos y ambas vivimos hoy, aunque por circunstancias distintas, al otro lado del océano, por eso estoy encantada de saber que ahora puedo seguir más de cerca su día a día gracias a su lindísimo blog.

Al parecer, con el paso de los años descubrió su afición y vocación por la cocina y ahora nos lo cuenta en forma de recetas para que podamos disfrutar de sus manjares y su cotidianeidad también en la distancia.
La cuestión es que Cielo es ahora parisina, habla francés, tiene dos parisinitos y cocina platos con nombres preciosos propios de una película de Jean Pierre Jeunet. Y, como a mí me gusta el glamour, el fromage, la patisserie francaise, el vino de Bordeaux, los modelitos de Yves Saint Laurent, la Provence, pasear por le Champs Elysees y tomar café au lait (olé!), también me gusta contarles que tengo una amiga con dotes culinarias y cibernéticas que escribe un blog maravilloso.

 
Así que desenpolven ese francés medio olvidado del colegio y visítenlo. Enfúndense en un delantal rojo con ribetes de terciopelo y, batidora en mano, prueben de hacer algún platito de esos que alegrarán el día al prójimo (a ese prójimo en forma de novio, marido, hijos, amigos o vecinos que tanto lo agradecerá). Después, mientras tomemos un té con unos Financiers au miel et aux framboises me cuentan qué tal.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El discurso de tu vida



Ayer iba en el coche y en la radio escuché, en vivo y en directo, la lista de galardonados de los premios Ondas. Y voy y me emociono. Ya ven, emoción con la entrega menos emocionante del panorama “galardonil”. Listita de ganadores y ya está. Ni suspense, ni flashes, ni nervios de esos de arañar los apoyabrazos de la butaca. Pero los premios son así. Me arrugan la nariz y me da por tragar espeso. Y ya sabemos que al final son todos cursis. Lo son. Los premiados siempre dicen lo mismo: “Esto no es sólo para mí, es para todo mi equipo” o “Lo comparto con mis rivales que tanto lo merecían” o cosas como: “No me lo esperaba”… Vengaaaa, ¿en serio?
Pero la verdad de la buena es que a todas nos encantaría estar en un escenario con un vestido rojo palabra de honor y las pestañas más altas que nunca, zapatos de esos tan monos que duelen como si fueran de espinas, con la sonrisa blanco nuclear y un collar de no sé qué diseñador de nombre francés que te obliga a llevar guardaespaldas. Y, sobre todo, nos gustaría estar ahí para dar ese famoso discurso de agradecimiento, con o sin chuleta, da igual. (Por cierto ¿no es un poco pedante llevar la chuleta? Siempre pensé que quien la lleva es que estaba seguro de que iba a ganar… ¡qué sobeeeerbia!).
En fin, que a todas nos haría ilusión, mucha, y tooooodas (no digan que no) sabríamos cómo decir ese discurso con mega-elegancia porque ya lo practicamos mil veces en el espejo del baño con el champú en la mano a modo de premio.
Yo con mi Pantene: “¡Gracias, gracias! ¡Muchísimas gracias! Esto no es sólo un reconocimiento para mí sino también para mi equipo (tenía que decirlo). Fulanito: gracias por tu apoyo incondicional. Menganito: gracias por darme mi primera oportunidad. Papá, mamá, Cuqui, Loli, Toti y a Mr. X que está allí sentado (con esmoquin, zapatos impecables y brazos de hierro), gracias por estar ahí cada día…” etc. etc. En fin, toda la ristra. Y un poco de lagrimita, que siempre queda genial (sólo un poco, que sabemos que el rímel peligra y no queremos salir así por la tele).
¡Ah! Y lo que me dan en mis fantasías siempre es ¡un Oscar! Evidentemente ni pienso en que sea por actuar. Es el premio más glamuroso y punto. Bueno, un Grammy tampoco estaría mal.
La verdad de la buena ¿nunca salieron de la ducha y, champú en mano, dieron el discurso de sus vidas después de haber quitado con la manga del albornoz el vaho del espejo?
¡Vengaaaaaa! Confiesen… no me dejen sola.

PD: Mi ideal de discurso de agradecimiento, de vestido, de llanto y de toooodo fue el de HalleBerry cuando recogió el suyo. Así, tal cual, me imaginé yo.


martes, 8 de noviembre de 2011

Sturnus ¿vulgaris? (de 'vulgaris' nada)



Soy de la firme idea de que deberíamos aprender conductas de los animales. Pero firme-firme, eh.
De que, con nuestras posibilidades, deberíamos utilizar mucho más nuestra inteligencia y de que, si pensáramos de forma colectiva, las cosas funcionarían infinitamente mejor.
Los animales saben más. Saben cómo comportarse y lo que hacen siempre está fundamentado y siempre tiene un sentido lógico. Y no les prestamos la suficiente atención. ¿Cómo es posible?
Tenemos anestesiado el sentido de la observación y sólo lo agudizamos para utilizarlo como arma arrojadiza a la hora de la crítica. Ellos no lo hacen. Lo utilizan para aprender.


Ésto sí que es trabajo en equipo. Si esta coordinación la practicáramos nosotros, todos los días haríamos cositas de esas que quedan taaan bien y que hacen felices a otros. Gestos de esos que ahora están en la bolsa de la utopía, ahí metiditos.
¿Se imaginan que al conducir cediéramos el paso sin esperar a adelantar para mirar al caradura que se atrevió a pasarnos? Así, con el ceño fruncido y algún aspaviento con la mano, quizás.
¿Me hago la loca y me cuelo en la cola de caja? Es que yo SÍ que tengo mucha prisa.
La señora del quinto ¡cuántas bolsas lleva!, pero qué pereza me da ayudarla. Casi mejor que no, que además me da charla y me entretiene.
No encuentro la papelera y no pasa nada de nada si tiro este envoltorio de galletita en la calle. Total, ni se ve.
Oye, y este descarado ha puesto el codo en el apoyabrazos de la butaca. En cuanto se despiste le doy un empujoncito y lo pongo yo.

Podríamos hacer cantidad de cosas que garantizasen la convivencia. Porque ahora andamos cada uno para su lado. Y me incluyo, no se crean que estoy acá dando lecciones, tan pancha, sin darme por aludida de mí misma. Bueno, no tiro papel en la calle... no, no. Eso ni hablar.

Cuando miro ésto (el video), vuelvo a pensar que son ellos los sabios... Pero sin duda alguna. Los animales, que con sus recursos mínimos programan unas reglas de conducta y las aplican sin excepción para que funcione ese ritmo acompasado que les permite no chocarse unos con los otros. En sentido literal y figurado.

Se me pone la piel de gallina... o, mejor dicho, de estornino.
¡¡ A-lu-ci-nan-te !! ¡No me digan que no!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Poder evocador (segunda parte)

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El sentido del olfato es capaz de distinguir entre más de 10.000 olores diferentes y es el más fuerte al nacer. 
Y sí, a mí también me pasa. Los olores me transportan. Y lo hacen porque tienen un poder inmenso a la hora de retrotraernos a otros momentos. Una fuerza evocadora poderosísima.
Un perfume, una flor o el olor de una comida nos llevan hasta sitios y momentos que creíamos olvidados. Y nos sitúan en ellos con tal nitidez que a veces parece increíble.
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¿Quién no sucumbe ante el olor a café recién hecho? ¿Y no nos acordamos de nuestra adolescencia cuando olemos nuevamente esos perfumes de moda de los 80 ó 90? (menos mal que los olores eran buenos porque la moda era terrible!)...
¿Y la sopita? Ese caldo que nos hacían de chicos. ¿O la coliflor hervida? Uuhhh...
¿Y el suavizante de la ropa?
¿Y el perfume de ese rollito de verano? Ése perfume.
¿Y la tierra mojada?
¿Y el césped recién cortado?


A mí me pasa que no soporto el olor de esa flor que sólo se abre de noche y que desprende un aroma a pseudojazmín... Me recuerda a mi adolescencia, ese tiempo en el que cambié de país y dejé atrás todo lo que quería para encontrarme con lo desconocido. Ése es el olor que recuerdo de las primeras noches de verano en el viejo mundo y se traduce en melancolía pura.

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Y sí que me encanta el olor a bizcocho en las tardes de otoño. Ese bizcocho que hacía mi mamá cuando éramos chicas, especialmente en los días de lluvia.
También recuerdo claramente el olor de una crema protectora solar en particular, esa de cuando íbamos a la playa siendo chicos... una de color rosa. Es un olor que me transporta a los 8 ó 10 años, a esas tardes de playa interminables. 
¿No es increíble que que algo tan escondido en la memoria pueda venir al presente por algo tan pasajero como un olor? ¡Qué relación tan estrecha esa de las emociones y la memoria!

Fíjense si es poderoso lo que representan que hay empresas que se dedican al marketing olfativo. Sí, eso.
Crean una fragancia y la venden en forma de cajita que al abrirse desprende un aroma característico y que uno relaciona directamente con el negocio al que hacen referencia. Por ejemplo ésta.
Curioso ¿no?

El olor que espero ahora, cuando llegan las fiestas, es el de la canela. Está por todos lados y me recuerda a esta época y a Alemania en particular. Eso es porque está presente en mucha de la repostería de navidad de ese país, donde se viven las fiestas de forma mágica. Y yo soy la primera que va a ir a comprar esas Zimtsternen o Spekulatius que hacen su aparición estelar en estos meses, para transportarme a esas plazas abarrotadas de gente en los mercadillos repletos de adornos navideños, olor a garrapiñadas, vino caliente y galletitas deliciosas.

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martes, 1 de noviembre de 2011

Día 26: Algo viejo (something old)


Parece mentira pero hoy esta hoja del calendario ya es vieja. Pasó. Es historia.
Ahora mismo voy a pasar la página porque hoy ya es 1 de noviembre. Y será sorpresa, porque mi hermana Ceci (que también es fan del calendario de Fotogramas de cada año por culpa de esas fotos taaaan glamourosas) me tiene prohibido cambiar la hoja antes de tiempo o espiar a ver cuál es la siguiente imagen. Dice que tiene que sorprenderte. Ella lo compra, lo cuelga y no espía ni un poquito. Espera pacientemente al primer día del mes para, con mucha calma, pasar la hoja y darse una alegría con la foto del mes que empieza. Son todas lindas y en todas salen actrices de esas "que ya no hay", de esas con la piel perfecta, formas redondas, con estilazo, peinados imposibles y vestidos de esos que marcaron época. Sí, de esas, de las "de antes".
Y lo peor es que cada vez que cambio la página pienso que mañana me voy a peinar así o que voy a ir a trabajar entaconada, con mucho rímel o con un vestido negro de esos de cena de gala o entrega de Oscars. Al final, me levanto corriendo, hago café con leche, me ducho, corro por toda la casa porque se hace tarde, lo que me quiero poner está sin planchar, no tengo ganas de ir incómoda así que los zapatos que me quiero poner no me pegan con lo que llevo puesto y, al final, ni me acuerdo del glamour (qué bien suena: "glamouuuuuur").
En fin, que hago lo que puedo, pero está claro que a las 7 de la mañana cuesta mucho ser como Marilyn.
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