martes, 13 de diciembre de 2011

Debo confesar

 


...que me encantan las películas de Navidad. Lo digo chiquito, para que no se entere mucha gente porque son muy cursis.





Lo que pasa es que, en general, soy muy tiquismiquis con las películas que veo. Salgo del cine y lo critico todo, si es criticable, claro (el criterio personal juega un papel muy importante y no tiene por qué coincidir con el de los expertos. Ellos sí que saben). Aunque ahora creo que ha llegado el momento de decir la verdad: me gustan las películas de esta época, me gustan mucho y no sé por qué. Igual que me gusta la decoración navideña y la música que ambienta las cafeterías, calles, tiendas y hogares.
Es una época linda para pasear, para tomar té con pastas en un local calentito con los cristales empañados por el frío, para ponerse abrigos gordos y bufandas haciendo juego con los gorros, para hacer repostería y que toda la casa huela a bizcocho (aunque no suba nunca, como me pasa a mí -esto es otro tema al que tengo que dedicar una entrada un día de éstos: mi gafe con los bizcochos anti-esponjosos).



En resumen, me gusta el ambiente, el olor, las luces por todos lados, las velas encendidas, el olor a canela, la gente abrigada, el rojo, el verde, el dorado... el champán (la imagen de la copa con las burbujas que suben, no el sabor)... esas cosas. Y como todas esas cosas generalmente se mezclan como en una batidora tipo milk shake en las películas, me encanta acomodarme en el sofá con una manta y tomar té con galletitas Spekulatius y ver todas las "choluladas" (como dice mi prima Laura) que dan las tardes de sábado o domingo y que tienen que ver con esta época.
Da igual si Papá Noel es al final el papá de alguien disfrazado con un traje apolillado y debajo del bigote blanco tiene el suyo negro, si el trineo viene volando por los aires y aparca frente a una casa con geranios florecidos en el porche aún con frío polar, si la nevada cae en Costa Rica, si hay una catástrofe aérea en la que nadie muere porque es Navidad, si Santa Claus convierte a un indigente en ejecutivo de Wall Street que va vestido de Armani y con su milagrosa recién adquirida habilidad para las finanzas salva a la bolsa en el último minuto antes del crack, si los renos hablan inglés con acento italiano o si todos se quieren mucho más que el resto del año (suegras-nueras por citar un ejemplo)... todo eso que no le paso a ninguna otra película, se lo perdono a las de Navidad.


Confesando ésto me siento como si Rambo dijera que le gusta ponerse crema con olor a rosas en las piernas y mascarilla de lavanda antes de irse a dormir.

Una vez mi primo Pablo, que me tiene por una aficionada al cine muy exquisita (¡qué ilusión parecer tan refinada!), vino a ver conmigo 'Love Actually' y cuando salimos, con un poco de miedo y en voz muy bajita osé decirle que me había gustado: casi me expulsa de la familia y ahora me mira raro...

Y bueno, una tiene sus debilidades y de vez en cuando debe revelarlas para parecer más 'humana' ;-). Porque ahora lo cool es decir que no te gustan las Navidades, que querés que pasen rápido y olvidarte de todo. Y sí, es cierto que hay cierta dosis de agotamiento en todo lo que hacemos por estas fechas, pero a mi me encanta la gente que decora sus casas, que hace regalitos y los envuelve con papel decorado y lazos con purpurina, que cocina bizcochos altos y esponjosos para sus amigos y que se compra unas medias de cebra o leopardo sólo porque es Navidad.


Son sólo unos días, un poquito de paciencia. Después ya volveremos a la rutina sin luces de colores ni velas rojas. Ya tendremos tiempo de tomar el té sin canela y de envolver los regalos con papel azul o darlos con la bolsa de Carrefour (así, sin glamour). Ya volverán las películas rusas en versión original o subtituladas en francés del norte. Mientras tanto, cursilerías power.

3 comentarios:

  1. ¡hombre!, a mí, todas, todas, no; pero algunas podría verlas en repetición :o) que sí, que es época de ponerse cursi y disfrutar de ello. yo planté ayer mi árbol de Navidad: blanco y con bolitas rosas. con eso ya voy cumpliendo.
    ahora, lo de los bizcochos nos lo vas a tener que contar… :o)
    besos

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  2. Yo me las trago todas toditas todas!!!!!! Besote

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  3. Era necesario hacer un poco de reflexión y compartir esta confesión para que otros/as salgan del armario. jajajja

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