lunes, 5 de diciembre de 2011

Sabor musical (probado científicamente)

Que siiií, que todo influye. Una comida riquísima es genial, pero el entorno en el que se disfruta también tiene su importancia.

Cuando quedamos con amigas y/o primas y/o hermanas a comer, cenar o tomar un té con tarta, solemos valorar que el sitio donde lo hacemos sea lindísimo. Nos gusta que sea así y, cuando lo descubrimos, decidimos darle una oportunidad y vamos contentísimas con nuestras cabelleras planchadas y vestidas para la ocasión a integrarnos en el ambiente que nos acoge y, de paso, nos ofrece supuestos manjares que suenan deliciosos en la carta y sobre los cuales arrojamos la esperanza de que también resulten atractivos en presencia.


¡Cómo nos gustan las atmósferas decoradas con detalle!  Apreciamos que eso  se vea nada más entrar y decimos oooohhhhhh! al unísono y también apreciamos que alguien pensara en hacer de ese lugar uno de esos a los que una quiere volver. Paredes color gris-hielo y quizás alguna en tono berenjena, lámparas elegidas a conciencia, servilletas a juego con el mantel aunque sean de papel pero puestas con cariño, velas desperdigadas por aquí y por allá, collages en cualquiera de sus formas, una música especial elegida para gustar y cosas así. 


Un momento: Releo lo que acabo de escribir y tengo la ligera impresión de que suena a frivolidad ¿A ustedes también les dio esa sensación? Uuuy, no, no. Vamos a reconducir esto para que parezca serio. A ver si podemos arreglarlo aportando algún dato científico. Mmmhhh… (sonido de pensar):

-- A partir de este punto, esta entrada cobrará credibilidad probando sus afirmaciones mediante uno de esos estudios elaborado por una universidad (siempre hay una universidad que hace un estudio de esos que me encantan porque prueba “científicamente” lo que todos los que nos somos científicos, ni estamos cerca de serlo, sospechábamos de manera inconsciente).

Pues bien, hoy leí un artículo del blog ElComidista, (que aporta todo tipo de curiosidades sobre el mundo de la gastronomía y lo que la rodea para bien y para mal), que explica la influencia que la música tiene en la percepción de los sabores. ¿Habían pensado alguna vez que existía un idilio tal entre las papilas gustativas y el oído? Al parecer un vínculo extraño surge cuando, mientras disfrutamos de una bebida en particular, escuchamos unos sonidos u otros. Una percepción influye en la otra y de ahí nacen las buenas o no tan buenas combinaciones. Depende un poco del gusto de cada uno, pero al parecer hay maridajes que objetivamente resultan más exitosos. Y podemos averiguar cuál casa mejor con cuál accediendo a esta web bien divertida que nos sugiere qué beber según lo que estemos escuchando.


Por tanto, eso que nosotras hacemos, y que parecía superficial total, ahora está probado por sabios (cómo somos, eh. Listas, listas): El entorno es relevante y entra por la vista, por los oídos, por el tacto y el gusto… 

Así que ahora que vienen las fiestas, escuchen buena música, tomen una copita de lo que sea y coman chocolate aunque engorde. Y, lo más importante, expriman hasta la última gota de los sentidos llorando de la risa, que es muy sano. 


Yo escucharé a Melody Gardot (fabulosa) bebiendo una copa de Merlot
Me voy corriendo a comprarme una botellita para experimentar si los sabios saben.


¿Qué van a beber/escuchar ustedes?

1 comentario:

  1. Muy interesante! Es verdad, hay que disfrutar cualquier momento con los cinco sentidos.

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