viernes, 9 de agosto de 2013

El tiempo pasa y Mandela se queda

Vivo con la permanente sensación de que el tiempo pasa demasiado rápido. Rapidísimo.

Hace dos semanas me quejaba de no poder acabar un trabajo pendiente que se me había eternizado durante lo que parecían siglos y ya pasaron casi siete días desde que lo entregué.

Susana, la ahijada más linda que una pueda tener, ya habla conjugando los verbos como si hubiera madurado de tal modo, que el hecho de que en septiembre tenga que empezar el colegio parece un acontecimiento del pasado.

Hace más de dos meses pensaba que el trabajo nunca llegaría y ahora ya tengo ganas locas de vacaciones de las que curan el agotamiento enquistado.

Mi sobrina, la que nos soprendió a todos naciendo con más de 4 kilos, de la noche a la mañana se conviritó en una especie de sirenita de siete, sólo en dos fotogramas.

Cuando me dé cuenta de la fecha en la que estamos sabré que el verano ya pasó y yo no lo vi porque estaba ocupada pensando que el tiempo pasa muy rápido.

Y la vida pasa tan de prisa que, siendo ésta su propia paradoja, estos días tuve que traducir un artículo que habla de la despedida a Nelson Mandela cuando el pobre aún ni siquiera decidió morirse.

¿Cómo le llamarían ustedes a eso? ¿Futuro próximo?



1 comentario:

  1. La sensación para mí es que el tiempo cada vez va más deprisa, que cuando era niña iba muy muy despacio y ahora ni siquiera soy consciente de que pasa y ya no está. Da un poco de vértigo.

    Besos.

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